Un grupo de féminas son las encargadas del mantenimiento de los huertos de tomate y chile dulce en el Cetro Penitenciario de Danlí
Tegucigalpa. “Damos las gracias a Dios y las autoridades por darnos la oportunidad, porque han venido a darnos la oportunidad a nosotros los privados de libertad poniendo proyectos para que nos podamos rehabilitar y salir diferentes como persona, tener metas y poder cumplirlas, fueron las palabras de Karla Palma.
La privada de libertad, que desde hace algún tiempo permanece en el centro penitenciario de Danlí, El Paraíso mencionó, que actualmente junto a varias de sus compañeras “estamos en los viveros cuidando el chile y el tomate, eso lo estamos trabajando nosotras las mujeres privadas de libertad y agradecemos la confianza que nos han dado las autoridades por esta bonita experiencia”.
Actualmente, en el establecimiento se desarrollan diferentes proyectos productivos como la siembra de 1,200 plantas de chile, 1,500 de tomate, 900 de papaya, café y en una manzana de tierra se ha sembrado maíz y en igual extensión se sembró frijoles; además se cuenta con la cría de 10,000 alevines de tilapia roja y negra.
Estos proyectos son supervisados por los ingenieros agrónomos del Instituto Nacional Penitenciario (INP, y en el establecimiento también se cuenta con el apoyo de un ingeniero que se encuentra privado de libertad y otro que hace servicio de voluntariado y que día a día visita las instalaciones para explicar los procesos de agricultura al grupo de internos que participan en ellos.
Excelente oportunidad
La interna considera que la oportunidad de continuar con su proceso de aprendizaje “es excelente porque nosotros después de estar haciendo nada, ahora estamos aprendiendo algo para irles a enseñar a nuestros hijos un buen futuro. Para cambiar, a veces es necesario que nos pasen cosas en la vida y tener bonitas experiencias, porque son bonitas experiencias las que llevo de este lugar”.
Mencionó que en el tiempo que lleva privada de libertad, “aprendí a hacer piñatas, manualidades navideñas, aprendí a hacer jarrones y muchas cosas de reciclaje, todo lo aprendí porque me propuse a salir diferente de este lugar, a ser una nueva mujer, que no voy a salir la misma Karla Palma que entré, sino que voy a hacer una nueva persona”.
No se nos ha terminado la vida
La privada de libertad, le aconsejo al resto de la población penitenciaria que, “si aman a sus familias hay que tratar de aprovechar el tiempo en lo mejor posible, yo sé que hay muchas personas que no aprovechamos el tiempo que décimos, estamos privados de libertad, nos vale, pero no, hay que saber y aprender que no solo porque estamos aquí se nos ha terminado la vida, la vida sigue adelante y sabemos que podemos lograr lo que nos propongamos”.
Ya la vida de nosotros queda en este lugar y salimos como diferentes personas, pero hay que cambiar y buscar sobre todo de la ayuda de Dios porque sin la ayuda de Dios no hay nada. Salgo de aquí preparada para ir a enseñarle a mi familia sobre todo a mi madre que es un orgullo para mí, a mis hijos, irles a enseñar que el tiempo que estuve acá no lo perdí que lo supe aprovechar y que se sientan orgullosos de mí, menciono.
Huertos con sistema de riego
Actualmente, Karla Palma junto a otro grupo de privadas de libertad son las encargadas del cuido y mantenimiento de los huertos de chile dulce y tomate, desde tempranas horas de la mañana, las féminas limpian cada una de las plantas y los alrededores de estas, “las cuidamos como si fueran de nosotras y no permitimos que personas que usan lociones fuertes y cremas entren porque eso les afecta en su crecimiento, las cuidamos mucho y por eso están bonitas y grandes”.
El ingeniero a cargo de los proyectos productivos comentó, que se cuenta con un sistema de riego en todo el terreno en el que se ha sembrado granos básicos y hortalizas, entre otros. “En el huerto de chile y tomate se cuenta con un moderno sistema de tutorado (guías para que las plantas crezcan hacia arriba) lo que permite asegurar un mejor producto y de mayor calidad”.
Diferentes oportunidades
Durante su privación de libertad, la población que convive en el establecimiento tiene la oportunidad de continuar con su educación formal y no formal ya que se cuenta con escuela y colegio, además en el interior del centro funcionan talleres de carpintería, ebanistería, elaboración de hamacas, entre otro tipo de proyectos en los que pueden participan como parte de su proceso de reeducación, rehabilitación y reinserción social.