Aunque Melinda Gates quiera, el Papa no puede cambiar enseñanza de la Iglesia
WASHINGTON D.C. (ACI).- Melinda Gates, esposa del famoso Bill Gates, dijo hace unos días que se siente “optimista” respecto a la posibilidad de que el Papa Francisco cambie la enseñanza de la Iglesia sobre los anticonceptivos. Sin embargo, la posibilidad de que eso ocurra no se ve reflejada en la realidad.
Las declaraciones de Gates se dieron en una reciente entrevista a la BBC.Allí dijo que “trabajamos muy extensamente con la Iglesia Católica y he tenido muchas discusiones con ellos, porque tenemos una misión compartida en torno a la justicia social y la lucha contra la pobreza”.
“Creo que lo que este Papa ve es que si vas a sacar a la gente de la pobreza, tienes que hacer lo correcto por las mujeres”, aunque “nos hemos puesto de acuerdo para estar en desacuerdo” sobre la anticoncepción, agregó.
Sus comentarios llegan cuando su organización, la fundación Bill y Melinda Gates, copatrocina una cumbre internacional en Londres sobre el acceso a la anticoncepción en el mundo en vías de desarrollo.
Frente a sus dichos, el profesor asociado de teología moral y ética en la Universidad Católica de América, John Grabowski, dio una respuesta: ese cambio es imposible.
“La enseñanza de la Iglesia de oponerse a la anticoncepción no es reciente, no es algo inventado por el Papa Pablo VI en 1968”, dijo Grabowski a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI.
En 1968, el Papa Pablo VI escribió la encíclica Humanae Vitae, “sobre la regulación de la natalidad”, que explica las enseñanzas de la Iglesia sobre este tema y su aplicación en el mundo moderno. El documento pontificio es más actual que nunca.
Esta enseñanza también se articula en el Catecismo de la Iglesia Católica, que establece en el párrafo 2370 que la anticoncepción implica “no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal”.
“Esta diferencia antropológica y moral entre la anticoncepción y el recurso a los ritmos periódicos implica… dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí”, sostiene el Catecismo.
En este sentido, Grabowski aclaró que la década de 1960 no fue la primera ni la única vez que la Iglesia afirmó que el acto marital tiene un significado unitivo y procreativo inseparable.
“Esta ha sido la enseñanza de la Iglesia desde sus inicios, por lo que la Iglesia (incluyendo al Papa Francisco) no puede cambiar la enseñanza constante, universal y autorizada”, afirmó.
Además, “el Papa Francisco no ha mostrado ningún indicio de que quiera hacerlo. Ha sido absolutamente enfático en reafirmar la enseñanza de la Iglesia en este ámbito”.
En su exhortación apostólica Amoris Laetitia, el Papa Francisco señaló que: “Desde el comienzo, el amor rechaza todo impulso de cerrarse en sí mismo, y se abre a una fecundidad que lo prolonga más allá de su propia existencia”.
“Entonces, ningún acto genital de los esposos puede negar este significado, aunque por diversas razones no siempre pueda de hecho engendrar una nueva vida”, señala el Santo Padre.
Por otra parte, su predecesor, el Papa San Juan Pablo II, también enseñó incesantemente que la anticoncepción no solo es una violación de la ley natural, sino de la sexualidad y el matrimonio revelados a la humanidad a través de la Escritura.
“Por lo tanto, si esto es una verdad confiada a la Iglesia en la revelación, entonces la Iglesia no tiene autoridad para cambiarla”, dijo Grabowski.
Desde el punto de vista científico, continuó el profesor, los datos no favorecen la tesis de Gates de que la anticoncepción es verdaderamente lo “correcto para las mujeres”.
En la salud, por ejemplo, “incluso los actuales anticonceptivos orales de dosis baja son un carcinógeno de Clase 1, que aumentan significativamente las probabilidades de que las mujeres sufran de un ataque cardiaco, accidente cerebrovascular, embolia pulmonar”.
“Existen todo tipo de riesgos para la salud asociados con la mayoría de los anticonceptivos”, señaló Grabowski, “así que, ¿bueno para las mujeres? Los datos no apoyan eso”.
En lugar de la anticoncepción, la Iglesia propone varios métodos de concientización de la fertilidad para ayudar a las familias a espaciar el nacimiento de los hijos de tal manera que no separe los aspectos procreativos y unitivos del sexo.
“¿Podría la Iglesia hacer un mejor trabajo en cuanto a hablar sobre estos métodos de conciencia de la fertilidad y sus beneficios? Claro que sí”, sostuvo.
Vivimos en “una cultura que está promoviendo y potenciando la anticoncepción”, por lo que “la Iglesia (necesita) articular una alternativa suficientemente clara con una visión y la manera en cómo podemos llevarla a cabo”, afirmó Grabowski.