Respetar dignidad de hijos de Dios de los migrantes, pide presidente de episcopado de EEUU
WASHINGTON D.C (ACI).- El Cardenal Daniel DiNardo, Arzobispo de Galveston-Houston y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), exhortó a respetar la “dignidad inherente como hijos de Dios” de los migrantes y refugiados.
En un mensaje publicado el 12 de enero en el sitio web de la USCCB, por la Semana Nacional de la Migración, que se celebró del 8 al 14 de enero en Estados Unidos, el Cardenal DiNardo indicó que “en los días y semanas que vienen, habrá un intenso debate sobre la reforma migratoria y la política de refugiados”.
“En última instancia, la pregunta es esta: ¿tratará nuestra nación a todos los migrantes y refugiados, con independencia de su origen nacional o religión, de una manera que respete su dignidad inherente como hijos de Dios?”.
El presidente de la USCCB se refirió además al videomensaje del Papa Francisco difundido durante la Misa celebrada por el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, el 12 de enero en la Catedral de esa ciudad.
“Fue un excelente recordatorio de cómo la Iglesia universal nos congrega, sin importar nuestra posición en la vida, como un solo cuerpo en Cristo”, dijo el Cardenal DiNardo.
“El Papa Francisco nos recuerda que todos somos iguales ante Dios. En igual medida, necesitamos y podemos recibir la gran misericordia de Dios. Esto es lo que nos hace hermanos y hermanas, sin importar cómo escojamos dividirnos”, señaló el Purpurado.
El presidente del episcopado estadounidense recordó que “lograr ‘una sola nación bajo Dios’ no siempre ha sido fácil, pero cada periodo anterior de inmigración ha fortalecido en última instancia nuestra sociedad”.
“Aquellos que buscan hacernos daño deben ser mantenidos fuera de nuestras costas, pero aquellos que huyen de la persecución necesitados de esperanza y dispuestos a ayudarnos a construir un mejor Estados Unidos deben ser bienvenidos”, alentó.
El Cardenal DiNardo precisó que “no debemos hundirnos en la oscuridad del aislamiento”, y señaló que “una reforma migratoria integral y una política humanitaria de refugiados son igualmente necesarias y posibles”.
“Aunamos nuestra voz con el Santo Padre y la Iglesia universal en un permanente testimonio del amor que nos une, orando por la fortaleza para resistir el miedo que nos divide”, concluyó.