Hoy celebramos el día del niño con aquellas cosas que sacan “canas verdes” a los adultos: Recordemos juntos, seguro todos pasamos por ello
Periodista: Gabriel Ortiz
Hoy no es un día cualquiera en el país, se celebra a los que dan alegría en casa, que ponen un poco de locura en la vida de los adultos y quizá una de las etapas de la vida que más se disfruta, si, los niños de Honduras hoy están de fiesta, ya que el 10 se septiembre es el día estipulado para ellos.
Pero no nos equivoquemos, así como dan alegría, también sacan un poco de canas de todos colores a los adultos y principalmente a los padres, por ello le traemos unas cuantas cosas típico de los niños y que hacen que este día sea recordado hasta por los que ya hoy dejaron de ser niños.
1) ¿Por qué? (Repetidas veces). Cuando atraviesan la edad de exploración del mundo, aproximadamente a los 3 años, ellos no se cansan de atormentarnos con un ¿por qué? A todo, sí, absolutamente a ¡todo!.
2) ¿Cuánto falta? (Para llegar a determinado lugar). Ellos no soportan estar quietos en un auto o caminar sin rumbo y menos toleran más de 10 minutos en la cola del banco, por eso nos bombardean con su ¿Cuánto falta? Hasta que llega el momento o lugar esperado y ¡Uff! Llega la calma.
3) Saltos en la cama. ¡Todos los hemos hecho de niños! Y parece divertido, pero cuando se es padre realmente se mide el grado de peligro del brincar con euforia y sin medir la distancia que hay entre un mal salto y el piso ¡Nos ponen los nervios de punta!.
4) ¡No quiero! Es una expresión con la que lidian todos los padres y nos enfurece . Si ellos tienen un poder a punto de estallar es el descubrir frases como ¡no quiero ponerme eso! ¡no quiero tomar la leche! ¡no quiero prestarle mis juguetes! Son palabras que irritan y que te cuesta sacarlas de sus cabecitas.
5) ¿Quiero ir al baño? Es una pregunta típica que es parte de una necesidad fisiológica, pero es de jalarse los cabellos cuando 5 minutos antes de salir de casa le dices anda al baño y no quieren, pero casualidad de la vida a dos pasos de salir o en el lugar menos apropiado te piden que quieran ir al baño ¡Ay, sí que te enfurece eso!.
6) ¡Ya quiero irme a casa! Sales a un encuentro con amistades y tienes que llevar al ‘peque’, porque no hay quién lo cuide o porque insistió en ir contigo. Todo bien, hasta cuando tu niño protagoniza un berrinche y te dice ¡Ya vámonos!, acompañado de jaloneos y llantos. Entras en rabia y te desesperas, en especial cuando recién empiezas a ponerte al día en la vida de tus amigas o le advertiste que se aburriría. Son momentos en lo que te gustaría que volvieran a tu barriga y no salgan de ahí.
6) Cuando corren y se desaparecen de tu vista. La sensación de perder a un hijo es terrible para un padre. Por más que de manera increíble tu vista se multiplique y hasta te ‘salgan ojos en la espalda’, ellos se escabullen. Acto seguido, lanzas un grito al cielo, te jalas los cabellos, paralizas al mundo y te vuelves loco (a) . ¡Te llevas el susto de tu vida!.
7) Cuando a medianoche se despiertan para pedirte un poco de agua. No es que quieras matar a tu hijo de sed, pero suelen hacer eso cuando acabas de meterte a la cama o dormiste muy tarde por cumplir con un trabajo. Sabes además, que después del vasito de agua, a tu niño le da por conversar, pedir ir al baño o decirte ‘no puedo dormir’. A la mañana siguiente: tú, tus ojeras y tu mal humor empiezan otro día.
8) Que se coman los ‘mocos’. Le has contado millones de veces de la existencia del papel higiénico y hasta le has comprado pañuelitos perfumados, de colores y de sus personajes preferidos, pero insisten en comerse los mocos o limpiárselos con la manga ¡Grgrgr! ¿Verdad que cuando hacen eso los niños dan rabia?.
9) Que se limpien la boca con las mangas. Al igual que la deducción anterior, lo has corregido muchas veces de que debe usar una servilleta, pero insisten en que no hay mejor ‘limpia-boca’ que su manga o el mantel. Lo peor es que lo hacen frente a visitas y por dentro gritas ¡trágame tierra!.
10) Que suelten palabras soeces. Sabemos que a medida que crecen va creciendo su vocabulario también y con ello el aprendizaje de malas palabras. A veces no las aprenden en casa, lo hacen en el colegio o con los amiguitos. Más allá de quedarte con la boca abierta, horrorizada y tener que corregirlos, es terrible cuando sueltan una palabrota frente a extraños o familiares, quienes te miran con mala cara y solo puedes cerrar los ojos de vergüenza, cólera o clavarles una mirada de ira a tus hijos.
11) Que actúe como si supiera del mundo más que tú. A medida que crecen y van tomando independencia, los niños te prueban durísimo y hasta se creen muy astutos y sabios, solo para desafiarte o dejarte en ridículo te dicen frente a otros: ¡Nunca sabes nada! o ¡ya lo sé mamá!.
Fuente: Terra