El presidente de Panamá cerró la «histórica» VII Cumbre: «Inicia una nueva era de diálogo»
Después de dos días de intercambios, reuniones y exposiciones, culminó la VII Cumbre de las Américas que se celebró en Panamá, marcada por la participación de Raúl Castro en el marco del acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos.
El presidente anfitrión, Juan Carlos Varela, clausuró la cita tras anunciar que la próxima Cumbre se efectuará en Lima, Perú, en una fecha por definir.
«Ha sido una Cumbre histórica, hemos vivido momentos muy importantes, felicito a los gobiernos participantes», declaró Varela.
El encuentro, en el que se reunieron delegaciones de 35 países del continente, estuvo atravesado de principio a fin por la expectativa en torno al encuentro entre Fidel Castro y Barack Obama, que pondría fin a más de medio siglo de desencuentros.
«Este cónclave, estoy seguro, marcará el inicio de una nueva era de diálogo y cooperación en nuestra región», dijo Varela eufórico en una declaración a la prensa al cierre de la cita.
El día viernes el deshielo en las relaciones entre ambos países quedó plasmado con una fotografía de ambos mandatarios tomada en la recepción previa a la ceremonia inaugural del evento, donde charlaron cómodamente entre un grupo de líderes durante unos minutos.
Aunque un funcionario de la Casa Blanca confirmó más tarde que se había tratado de un cruce casual y de carácter informal, la fotografía pasará a la historia como la antesala de una nueva etapa para ambos países y para todo el hemisferio.
Hubo que esperar un día más para ver concretada la reunión entre Castro y Obama, cuyas conclusiones fueron compartidas por ambos mandatarios con la prensa durante la tarde del sábado.
«Obviamente hay profundas diferencias entre ambos gobiernos. Hablaremos de nuestras preocupaciones sobre democracia y derechos humanos; y ellos también hablarán de sus preocupaciones con respecto a la política estadounidense», dijo Obama a los periodistas acompañado de su par cubano.
Por su parte, Castro añadió: «Creo que todo se puede discutir y se hace, como dijo el presidente Obama, con mutuo respeto a las ideas del otro. Puede que eso nos convenza de algunas cosas y que de otras, no».
La delegación venezolana fue otra protagonista del encuentro. Por un lado, la Mesa de Unidad Democrática (MUD), en la que se nuclea la oposición al gobierno de Nicolás Maduro, aprovechó la instancia para hacer un pedido formal a los presidentes para que «asuman un papel más activo» en la defensa de la democracia de su país.
Además, el jueves pasado, un día antes del comienzo de la cumbre, un grupo de 26 ex mandatarios entre los que se destacan José María Aznar, Andrés Pastrana y Felipe Calderón presentaron la «Declaración de Panamá» acompañados por Lilian Tintori y Mitzy Capriles, esposas de Leopoldo López y Antonio Ledezma.
Allí se denunció «la alteración constitucional y democrática que sufre Venezuela» y se hizo un llamado a aunar esfuerzos para construir una alternativa de solución a la grave crisis venezolana, conseguir la puesta en libertad de los presos políticos, y restablecer las condiciones para el ejercicio de los derechos fundamentales.
Maduro no se quedó atrás, y aprovechó su discurso durante la sesión plenaria que se celebró la tarde del sábado para pedir a Barack Obama la derogación del decreto «irracional» que establece que el país es una amenaza para los Estados Unidos.
«Lo respeto pero no le tengo confianza, Obama», disparó. «Yo me encabrono cuando hablan de Venezuela, porque yo no opino de ningún país», siguió, al tiempo que advirtió al estadounidense que «el decreto, el desprecio y la prepotancia y la arrogancia pasarán a la historia como su legado para con Venezuela».
En la misma alocusión, que Maduro hizo en ausencia de Obama, se dirigió a los jefes de Estado allí presentes y les pidió su apoyo: «Ninguno de ustedes permitirían un decreto así. La lucha contra la corrupción es de Venezuela; los problemas que tienen los venezolanos lo resuelven los venezolanos».
La tensión entre Caracas y Washington se tradujo también en el documento conjunto de la cumbre. Según dijo la canciller y vicepresidente de Panamá, Isabel de Saint Malo, la exigencia de Venezuela de que se incluya una condena a las sanciones y las medidas ejecutivas de los Estados Unidos impidió que se consensuara un acuerdo para la declaración final del encuentro.
Cerca del cierre de la Cumbre, finalmente Obama y Maduro tuvieron un diálogo informal de diez minutos. «Entre ambos hubo mucho respeto, verdades y cordialidad», aseguró Teresa Maniglia, una asesora del venezolano.
Obama y Maduro coincidieron «casualmente» en un pasillo del centro de Convenciones donde se celebra la cita continental Panamá y entablaron una conversación a través de sus intérpretes, de la que todavía no se conoce el contenido.
El presidente estadounidense dedicó unos minutos extras de su tiempo durante la primera sesión plenaria para responderle a su par ecuatoriano Rafael Correa, quien anteriormente había dicho que «la prensa es mala, muy mala» en América Latina.
«Quizá el presidente Correa tenga más confianza que yo en la distinción entre la prensa buena y la mala. Creo que hay mala prensa. Sin embargo, sigue hablando esta prensa en EEUU porque yo no confío en un sistema en el que solamente una persona hace esa determinación. Creo que si creemos en la democracia significa que todo el mundo tiene la oportunidad de hablar y ofrecer sus opiniones».
El ecuatoriano, a su turno, había cuestionado la intervención de Estados Unidos y a quienes catalogan a Ecuador como un país que no respeta la libertad de prensa.
«Cabría preguntarse si una sociedad podría llamarse verdaderamente libre cuando los medios están en manos de sociedades con fines de lucro», disparó en el segmento más encendido de su discurso.
«Creo que todo coincidos en que una buena prensa es vital pero también debemos coincidir en que una mala prensa es mortal para la democracia. Y la prensa latinoamericana es mala, muy mala», había dicho.
La cita de presidentes comenzó el día viernes con el Foro Empresarial de las Américas, que fue cerrado con las exposiciones de Barack Obama, Dilma Rousseff, Enrique Peña Nieto y el anfitrión, el presidente panameño Juan Carlos Varela.
Los mandatarios se dirigieron ante una audiencia de empresarios de todo el continente, y allí se refirieron a los desafíos en materia de integración regional, seguridad, educación, desarrollo tecnológico e inversiones en infraestructura.
Durante su presentación, Obama habló de la problemática de la seguridad, a la que definió como un problema de todo el hemisferio, y agregó que Estados Unidos trabaja en un proyecto en conjunto con Peña Nieto y Rousseff consistente en lograr más transparencia en las cuentas públicas de los gobiernos y en lograr un sistema judicial justo.
«Nos va a dar herramientas para combatir la violencia y atraer inversiones», añadió, al tiempo que destacó a México como uno de sus mejores aliados.
Tomado de Infobae