Vacunas COVID: Científico vaticano advierte sobre tentación de creer a la ciencia infalible
El hermano jesuita Guy Consolmagno, astrónomo y director del Observatorio Vaticano, publicó un artículo en la revista La Civiltá Cattolica, en el que explica que las vacunas contra el COVID-19 no son perfectas y que la ciencia no es infalible.
En el artículo “COVID, fe y falibilidad de la ciencia”, el científico que estudió y enseñó en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), también advierte sobre el “gnosticismo” que rodea al tema, algo que considera una tentación para los cristianos.
En el texto, el director del Observatorio Vaticano afirma que “tratar a los científicos como miembros de una especie de sacerdocio de la verdad es una táctica discutible, sobre todo en una sociedad en la que los verdaderos sacerdotes son mirados con recelo”
“Pese a ser yo del todo favorable a la vacunación, un lema como ‘confía en la ciencia’ me deja muy perplejo. Encarna una concepción popular de la ciencia que no solo es engañosa sino que la hace vulnerable”.
“‘Confía en la ciencia’ no propone simplemente la idea de que la ciencia sea una guía confiable hacia la verdad, sino que sugiere que es la única guía fiable. La misma expresión parece respuesta a una pregunta tácita: ¿en qué o quién debemos confiar?”.
En su opinión, este lema “de algún modo recuerda la frase de Pedro a Jesús en Jn 6,68: ‘Señor, ¿a quién iremos?’. Y tal vez esos ecos escriturales son advertidos por quien, como un cristiano evangélico, tiene familiaridad con ese pasaje de las Escrituras, pero probablemente no tanta con la ciencia, y entonces percibe esas palabras como si implicaran que ‘confiar en la ciencia’ se propone como sustitución de confiar en el Señor”.
El científico comenta que “a una persona así, este lema puede hacerle, inconscientemente, más mal que bien. Y peor todavía, la idea de que la ciencia es la única guía fiable implica que su autoridad es infalible. Pero cualquiera que tiene una familiaridad real con la ciencia, sabe que eso no es así”.
El hermano jesuita explica luego que “la vacuna previene la enfermedad en la gran mayoría de los vacunados y reduce la gravedad de la misma de los casos en las llamadas ‘infecciones avanzadas’; pero las vacunas no son perfectas. Las personas totalmente vacunadas pueden enfermarse de COVID-19”.
“A quien es contrario a las vacunas, el hecho de que tales fallas ocurran, no solo sugiere que la vacuna no es perfecta, sino que confirma el temor de que confiarse ciegamente en la ciencia puede ser peligroso”, agrega.
“Puedo citar un gran número de artículos científicos que he escrito y que luego se revelaron equivocados de modo vergonzoso. Sin embargo, más allá de los errores ocasionales, incluso los progresos más notables de la ciencia han sido acompañados de errores fundamentales que al final han debido ser corregidos”.
Duda y fe, duda y ciencia
El astrónomo explica también que “la ciencia en realidad se basa en la duda y el error, en aprender a analizar nuestros errores y aprender de ellos. Para nosotros es esencial saber que no se sabe, ya que el hecho de conocer nuestra ignorancia nos alienta a esforzarnos para conocer mejor, sin contentarnos con lo que ya conocemos”.
“En la ciencia el fracaso no es una opción, sino un requisito. La ciencia no es incompleta solo a veces: lo es siempre por su misma naturaleza”, resalta.
El hermano Consolmagno precisa asimismo que “si no tuviésemos dudas, no tendríamos necesidad de la fe, pero como ocurre en la ciencia, también aquí la duda es el motor esencial que nos hace seguir buscando a Dios sin contentarnos con aceptar o rechazar lo que hemos aprendido de niños”.
El director del Observatorio Vaticano destaca que si bien “nuestra ciencia puede ser de óptima calidad, siempre estará sujeta no solo a las imprecisiones sistemáticas de los instrumentos, sino también a nuestra tendencia humana a forzar los datos a nuestros preconceptos. Cualquier compresión que se considere perfecta está muerta, no buscará entender cualquier otra cosa”.
“La ciencia no da la verdad perfecta”, advierte.
En ese sentido, señala el experto astrónomo, “confiamos en la vacuna no porque sea perfecta, sino porque acrecienta notablemente las probabilidades de no enfermarse. El problema verdadero y obvio está en el hecho que la mayor parte de nosotros no logra entender cómo funcionan las probabilidades: de ahí la razón por la que los casinos y las loterías tienen tanto éxito”.
La tentación del gnosticismo
En otro pasaje de su artículo, el científico habla del gnosticismo que rodea al tema de las vacunas contra el COVID, y advierte del hecho de “descubrir” de cuenta propia, en la propia computadora o teléfono, alguna información “secreta” o poco conocida.
“Es una tentación que deberíamos saber reconocer. Tiene la fascinación del ‘gnosticismo’, el deseo de abrazar el ‘conocimiento secreto’”, precisa.
“Si damos por bueno que los científicos –o los autores de sitios web ‘secretos’– son seguidos porque son más inteligentes que nosotros, estamos implícitamente equiparando ‘más inteligentes’ a ‘mejores’. Esta es la raíz de la tentación del gnosticismo, en el que el sentimiento de autoestima viene de pensar que eres más despierto que el promedio, que eres ‘la persona más inteligente del lugar’”.
El astrónomo indica que “en esta valoración hay algo no dicho que debe considerarse: la idea de ser más inteligente es un índice de superioridad individual. Este criterio es la antítesis de la fe cristiana”.
¿Qué hacer ante la incertidumbre?
Guy Consolmagno pregunta luego: “¿Cómo podemos convivir con la incertidumbre de la enfermedad, con la falibilidad de la ciencia, con el miedo de perder la autonomía personal, que está relacionada con la confianza en el trabajo de otros? Respondemos como hacemos siempre a la propuesta de amor de nuestros semejantes: con cautela y con audacia”.
“Cuando se nos da la oportunidad de amar, sabemos que ese amor inevitablemente se encontrará con algún fracaso; aunque también nosotros estaremos siempre a la altura de nuestra capacidad de amar, porque somos todos seres humanos frágiles, pero sabemos también tomar precauciones razonables”, prosigue.
En ese sentido, dice, “no le damos una confianza total e incondicional a algún fragmento de ‘ciencia’ por derecho propio (incluidos los encontrados por nosotros en Internet u otros lugares). Aceptamos la vacuna sí, pero mantenemos también la distancia social y la higiene adecuada y nos ponemos la mascarilla”.
“Estamos contentos porque Dios nos ha dado la capacidad de comprender y apreciar su creación a través de nuestra ciencia, con modos siempre más profundos. Cada fracaso va acompañado de una oportunidad de aprender”, resalta.
“Y con cada éxito viene el reconocimiento de que Dios puede actuar a través de nosotros, justamente porque al no ser ningún éxito seguro, más podemos gloriarnos cada vez que ocurre”.
Después de todo, concluye el astrónomo jesuita, “la única cosa segura en la vida es el amor y la misericordia de Dios; y la necesidad que tenemos de eso”.
El hermano Guy Consolmagno nació en 1952 en Detroit, Michigan (Estados Unidos). Obtuvo su Licenciatura en Ciencias en 1974 y la Maestría en Ciencias en 1975; en Ciencias Planetarias y de la Tierra, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Obtuvo el doctorado en Ciencias Planetarias en la Universidad de Arizona en 1978. De 1978 a 1980 fue becario postdoctoral y profesor en el Harvard College Observatory, y de 1980 a 1983 continuó como posdoctorado y profesor en el MIT.
Ingresó a la Compañía de Jesús en 1991 e hizo su profesión perpetua en 1991.
Estudió filosofía y teología en la Universidad de Loyola en Chicago, y física en la Universidad de Chicago antes de su asignación al Observatorio del Vaticano en 1993.