Católicos chinos celebran Navidad pese a la prohibición del gobierno
“Es Navidad también para los cientos de católicos chinos que han celebrado la fiesta religiosa en Pekín, no obstante las restricciones gubernamentales”, informó el medio italiano La Presse.
Días atrás el gobierno comunista llamó a resistir a la “cultura religiosa occidental”, sin embargo, con los año «el número de creyentes en China ha crecido, oficialmente a 30 millones, aunque se estima que puedan ser 60 millones en toda la República Popular China”, indicó el medio.
En su comunicado, el régimen había prohibido a los funcionarios y miembros del Partido asistir a las festividades. Quien participara en estas ceremonias sería llamado a “asumir la responsabilidad”, advirtió.
Por ejemplo, en la ciudad sureña de Hengyang, el partido local señaló que tampoco los familiares de los funcionarios o miembros deberían tomar parte en las actividades navideña, y que más bien debían mostrarse «leales» a la cultura local.
A principios de mes, la Universidad Farmacéutica de Shenyang también exigió a sus estudiantes resistir la “corrosión la cultura religiosa occidental” y les prohibió celebrar la Navidad.
Sin bien el cristianismo es una minoría en China, en los últimos años la influencia occidental ha hecho que los centros comerciales comiencen a ser decorados con motivos navideños.
A fines de octubre, la Asociación Enraizados denunció que “el presidente Xi Yinping, que ya es llamado el ‘Mao del siglo XXI’, ha implantado la ‘chinización’ de las religiones y la ‘independencia de la influencia extranjera y la sumisión al Partido Comunista’ de estas desde la entrada en vigor en 2015 de la Ley de Seguridad Nacional. En septiembre de este año, estas reglas fueron endurecidas”.
Luego que las fuerzas comunistas tomaran el poder en China en 1949, fue creada la Iglesia Patriótica con el fin de controlar a los católicos chinos.
Sin embargo, aquellos que decidieron ser fieles al Papa se congregaron en lo que se conoce como la Iglesia clandestina, cuyos sacerdotes y obispos sufren ciertas restricciones. Incluso algunos prelados han pasado varios años en la cárcel por su negativa a obedecer al régimen.