InSight Crime: ¿Qué implicaciones tiene el acuerdo de paz en Colombia para el comercio de cocaína?
Se ha llegado a un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y el grupo guerrillero más grande del país, y aunque el final de la guerra civil, que se ha extendido por cinco décadas, tiene inmensas implicaciones políticas y sociales, no está claro qué va a pasar con las economías criminales que han sustentado a miles de guerrilleros.
El acuerdo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno se da después de casi cuatro años de negociaciones. Y aunque el acuerdo formal no se firmará sino hasta el próximo mes, ya hay preguntas sobre lo que sucederá con las inmensas economías criminales que existen en las áreas donde operan las FARC.
La principal economía criminal es el comercio de cocaína. El presidente Juan Manuel Santos dijo durante su alocución a todo el país, tras la firma de los acuerdos el 24 de agosto, que, como parte del acuerdo, “las FARC se han comprometido a romper los vínculos” con el narcotráfico. Pero aunque el presidente habló de que Colombia comenzará un nuevo capítulo de paz, InSight Crime se encuentra analizando el nuevo capítulo criminal que comenzará una vez las FARC salgan de la escena.
No se puede subestimar la importancia de las FARC en el tráfico de cocaína a nivel mundial. El grupo guerrillero controla casi el 70 por ciento de los cultivos de coca en el país (que es de entre 96.000 y 159.000 hectáreas dependiendo de si se usan las cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito –UNODC por sus iniciales en inglés– o las de la Casa Blanca) y por tanto cerca del 40 por ciento del total mundial del suministro de cocaína.
Las FARC además monopolizan en sus áreas de influencia el comercio de base de coca, la pasta que se utiliza para hacer cocaína en polvo. Un buen químico puede convertir un kilo de base de coca de alta calidad en un kilo de cocaína cristalizada, listo para la exportación. Muchas unidades de las FARC, denominadas “frentes”, comercian con la cocaína y la base de coca. Por lo menos siete frentes de las FARC están involucrados en la exportación de cocaína, abasteciendo directamente el mercado de drogas del mundo. En suma, se puede decir que las FARC son la organización más importante en el comercio mundial de cocaína.
Una serie de firmas en La Habana no le van a poner fin a este negocio. Pero van a generar un cambio drástico en la dinámica de la oferta de drogas ilícitas en Colombia.
Si bien el negocio de la cocaína les proporciona a los guerrilleros la mayor parte de sus ingresos, las economías criminales bajo el control de las FARC no se limitan a las drogas ilegales. El grupo guerrillero también controla las actividades legales e ilegales de la minería del oro y sistemáticamente extorsiona a miles de personas y empresas.
InSight Crime estima que el valor total de las economías criminales en las zonas de influencia de las FARC asciende a los mil millones de dólares anualmente. De estos, la guerrilla usaba US$300 millones para la guerra, pero otros US$300 millones terminaban en los bolsillos de los miembros de las FARC, o de sus familiares, amigos y socios; y el resto iba a otros actores criminales que cooperaban con las FARC.
Con el objetivo de romper los “vínculos” con el narcotráfico y suspender los combates, el acuerdo incluye la creación de 23 zonas (denominadas formalmente “Zonas Veredales Transitorias de Normalización”) y ocho campamentos donde se concentrarían los rebeldes desmovilizados. ¿Pero todos sus comandantes abandonarán sus lucrativas áreas? Y ¿qué pasará con todas las economías criminales de las FARC cuando los combatientes armados salgan de estos territorios?
En InSight Crime estamos analizando cinco posibilidades diferentes, todas las cuales se podrían presentar:
1. Algunos miembros de las FARC se declaran disidentes y permanecen en el campo de batalla utilizando el nombre de las FARC. Esto ya ha ocurrido con el Primer Frente.
2. El grupo guerrillero que permanece en Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), recibe una enorme cantidad de ingresos criminales actualmente bajo control de las FARC, especialmente en más de 60 municipios donde conviven los dos ejércitos guerrilleros. También podría ocurrir que un considerable número de combatientes de las FARC se pasen al ELN, dado que muchos pueden concluir que el acuerdo de paz no los representa, y opten por permanecer en la “lucha revolucionaria”.
3. Una nueva generación de grupos del Crimen Organizado Transnacional (COT) colombianos, conocidos como Bacrim (acrónimo de “bandas criminales”), absorben elementos y territorios de las FARC. Estos grupos surgieron después del acuerdo de paz que hubo en el año 2006 entre el gobierno y el ejército paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
4. Algunos elementos de las FARC se dejan seducir por grupos del COT internacionales, que son actores clave en el comercio internacional de cocaína. Entre estos se encuentra el Cartel de Sinaloa, de México; las poderosas pandillas de prisión Primer Comando Capital (PCC) y Comando Rojo (Comando Vermelho), de Brasil; el “Cartel de los Soles” de Venezuela, y las mafias europeas, como el ‘Ndrangheta de Italia, así como las mafias serbias y albanesas, que están intensificando su participación en el comercio de cocaína. Muchas de estas organizaciones, particularmente las mexicanas, ya tienen vínculos directos con los frentes de las FARC (como los frentes 57, 29, 30 y 48) y les podrían ofrecer a los líderes locales de las FARC dinero, armas, equipos de comunicaciones y todo lo que necesiten para mantener su capacidad militar y el control territorial —cualquier cosa que permita mantener el flujo de cocaína—.
5. Los miembros de las FARC que han estado cobrando extorsiones (“impuestos”) por el tráfico de drogas y las explotaciones mineras deciden permanecer en el negocio y quedarse con las ganancias para ellos mismos. A esta opción la hemos llamado “FARCRIM”, utilizando una denominación similar a la de las BACRIM que se originaron en las AUC. Estos grupos podrían conformar organizaciones criminales en sus áreas de influencia.
Después de la desmovilización de las AUC, se conformaron unas 36 BACRIM. Y se desató una ola de violencia debido a que estos grupos se enfrentaron entre sí por el control de las más importantes zonas criminales. Hoy en día existe una BACRIM dominante, Los Urabeños (que se autodenominan Autodefensas Gaitanistas de Colombia – AGC). Los Urabeños tienen más de 2.500 combatientes armados. Varios grupos del crimen organizado regionales cooperan con ellos.
Podría presentarse otra ola de violencia, dado que el hampa se estaría recomponiendo luego de que las FARC abandonen las lucrativas economías criminales que controlan actualmente. Incluso hoy en día hay una forma de “pax mafiosa” en el país, pues hay muy pocos enfrentamientos entre los actores criminales, que en este momento prefieren cooperar y compartir las ganancias en lugar de luchar por tener el control.
Las FARC ya son parte de esta dinámica, pues les suministran base de coca y cocaína a las BACRIM y a los grupos del COT. Estas relaciones no terminarán con los acuerdos de La Habana. Lo más probable es que evolucionen y den paso a una nueva generación de actores criminales, algunos de los cuales inevitablemente tendrán sus raíces en las FARC.
Esto no es nada nuevo para los colombianos, donde los actores ilegales han reincidido en otras ocasiones. Cuando el Ejército Popular de Liberación (EPL) se desmovilizó en 1991, varios elementos permanecieron en el campo de batalla, y una de sus facciones sigue activa en el departamento de Norte de Santander, en la frontera con Venezuela, profundamente involucrada en el tráfico de drogas. Otros combatientes del EPL se unieron al grupo paramilitar conocido como Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), que más adelante dio origen al ejército paramilitar de las AUC. Las AUC se desmovilizaron y dieron origen a las BACRIM.
La pregunta ahora es: ¿Podrá el gobierno prevenir o al menos minimizar el riesgo de que una nueva generación de actores criminales surja de las FARC?
La paz tendrá incalculables beneficios para Colombia. Pero también proporcionará nuevas oportunidades para los actores criminales, que estarán dispuestos a hacerse cargo de las economías criminales que las FARC controlan actualmente. Mientras las economías criminales permanezcan, alguien se apropiará de ellas.