columna

Ruleta rusa a la peruana

Columna por: José Rafael Vilar Analista Político Internacional.

El domingo se registró una tendencia importante hacia la centro derecha y la derecha en Perú

En los últimos años, las elecciones presidenciales en Latinoamérica han sido un tiovivo en lo que a encuestas se refiere. Basta recordar las de Colombia en 2010, cuando, antes de la primera vuelta, el candidato del Partido Verde, Antanas Mockus Šivickas, le ganaba o empataba al otro candidato mejor posicionado, Juan Manuel Santos Calderón, del Partido Social de Unidad Nacional (el Partido de la U); o las de Argentina en 2015, cuando el pronosticado perdedor en la primera vuelta (sin opción de pasar a segunda), Mauricio Macri Blanco, al final le ganó al favorito, vencedor en primera ronda, Daniel Scioli Méndez.

Sin embargo, en el caso de los pronósticos para las elecciones generales de Perú celebradas el pasado domingo sí se cumplieron respecto a los sondeos en boca de urna (exit polls): a Keiko Fujimori Higuchi, de Fuerza Popular (derecha populista), le auguraban 37%, y el promedio de los exit polls de tres empresas (Ipsos, CPI y GFK) le otorgaron el 38,9% de los sufragios; a Pedro Pablo Kuczynski Godard (Peruanos Por el Kambio, derecha liberal) el pronóstico fue de 20,3%, y en los exit polls obtuvo el 20,4%; mientras que Verónika Mendoza Frisch (Frente Amplio de Izquierda) en boca de urna promedió el 19,8% de la intención de votos, y en los pronósticos, 20,1%.

La diferencia entre los segundos fue creciendo paulatinamente; resultados que complicarán el seguro balotaje (el segundo y el tercero técnicamente idénticos) como fue todo el periodo electoral, el más inusual del corto periodo de regreso a la democracia en 2000 en Perú (precisamente luego de la huida y renuncia de Alberto Fujimori Fujimori, padre de Keiko). Esto debido a que la mitad de los candidatos presidenciales renunciaron o fueron inhabilitados: de 19 candidatos oficialmente inscritos, siete renunciaron (cerca del final la mayoría, para evitar la pérdida de personería política de su organización si no pasaban la barrera del 5% de los votos, tal como hizo el partido del actual Presidente); pero dos fueron inhabilitados a un mes de las elecciones: el empresario universitario César Acuña Peralta, del centrista partido Alianza para el Progreso (quien descendió en la intención de votos del 15% hasta menos del 4% entre enero y marzo como consecuencia de una pérdida acelerada de credibilidad); y el economista de centroizquierda Julio Guzmán Cáceres, de Todos por el Perú (antes denominado Coordinadora Nacional de Independientes), quien ocupaba el segundo lugar en las encuestas y tercero en simulación al ser inhabilitado.

Las elecciones del pasado domingo demostraron tres aspectos que están en la base del electorado. Por un lado, una tendencia importante hacia la centroderecha y la derecha (representada por los partidos de Fujimori y Kuczynski, por Acción Popular y Alianza Para el Progreso), que obtuvo más del 70% de los votos, según los distintos exit polls. El segundo es que, a contracorriente del éxito económico de las dos últimas décadas (representado por Kuczynski, pero con deuda social aún), muchos peruanos desearían un gobierno populista: unos añorando el populismo de derecha de Fujimori padre (gobierno corrupto y violador de derechos humanos, pero que eliminó la hiperinflación y acabó con el terrorismo que hicieron inviable Perú, a la vez que unificó vialmente al país, posicionándolo en sectores rurales y apartados), mientras otros apoyan el populismo de izquierda del Frente Amplio, con propuestas del socialismo del siglo XXI, sumamente riesgosas para la estabilidad económica.

No dudo de que el viejo Alberto Fujimori celebró en su celda los resultados del pasado domingo.

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