Centroamérica sigue dominando paso de cocaína hacia Estados Unidos: Departamento de Estado
El último informe del Departamento de Estado de Estados Unidos afirma que la mayor parte de la cocaína que ingresa a Estados Unidos pasa por Centroamérica, una afirmación que plantea interrogantes de peso sobre la efectividad del programa antidrogas de Estados Unidos en la región.
El recién divulgado informe anual sobre drogas del Departamento de Estado, Informe sobre Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2016 (INCSR), se presenta en dos tomos: uno se centra en el «Control de estupefacientes y químicos» y el otro en «Delitos financieros y de lavado de dinero» (InSight Crime ya entregó un análisis del informe sobre lavado de activos en lo que concierne a Latinoamérica).
En su tomo sobre control de estupefacientes, se mencionó a Belice, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua y Panamá (entre otros) como países importantes de producción de drogas ilícitas o de tránsito de narcóticos, según se define en los parámetros presentados en el informe.
Entre los hallazgos del informe, quizás el más importante para Centroamérica fue que, en el primer semestre de 2015, alrededor de 90 por ciento de la cocaína destinada al mercado de Estados Unidos pasó primero por el corredor de México y Centroamérica. Esto representa un incremento sobre 2014, cuando se estimaba que por Centroamérica pasaba un 86 por ciento (el 14 por ciento restante viajaba por el Caribe), y ha subido desde el 80 por ciento de 2012.
Aunque el informe de 2016 consideró que todos los países centroamericanos eran importantes zonas de tránsito de drogas, Honduras merece un escrutinio adicional. El país ha sido de manera consistente un foco de los esfuerzos antidrogas de Estados Unidos. Según cálculos estadounidenses, el volumen de cocaína que transitó por Honduras hacia Estados Unidos en el primer semestre de 2015 disminuyó en 40 por ciento en comparación con 2014.
La «gran mayoría de la cocaína» que pasa ilegalmente por Honduras llega por «vía marítima» a la costa de Honduras sobre el Caribe, añade el informe.
En los países vecinos, el Departamento de Estado afirmó que «cientos de toneladas métricas (MT) de cocaína son ingresadas ilegalmente por Guatemala» cada año, y que los decomisos de drogas en 2015 estuvieron al mismo nivel de los de 2014. Las autoridades de El Salvador también confiscaron el doble de la cantidad de cocaína en 2015 en comparación con 2014.
Entre los países caribeños, República Dominicana se destacó como el país más importante en términos de tránsito de drogas. Según el informe, cerca de seis por ciento de las drogas ilícitas de Suramérica con destino a Norteamérica y Europa pasan por el país, e ingresan principalmente por rutas marítimas.
Análisis de InSight Crime
Aun cuando el informe del Departamento de Estado estadounidense para 2015 parece hacer énfasis en Centroamérica como principal corredor para la cocaína con rumbo a Estados Unidos, en años recientes, altos funcionarios del Departamento de Estado han predicho con regularidad bastante consistente que los traficantes de drogas comenzarían a regresar a las rutas de la droga en El Caribe, populares en la década de los años ochenta.
Este cambio inminente se basó en una vigilancia y un control fronterizos más estrictos y las iniciativas de interdicción contra las drogas en México y Centroamérica, muchos de cuyos países reciben financiación y respaldo de Estados Unidos.
Que Centroamérica se haya mantenido como corredor de tránsito preferido para los narcotraficantes va contra informes recientes que afirman que el narcotráfico está disminuyendo en la región.
Sin embargo, los informes del Departamento de Estado en años recientes indican que dicha transición en las rutas de la droga hacia el Caribe no sólo no se ha materializado, sino que en realidad las rutas centroamericanas han ganado popularidad.
De acuerdo, esos cambios pueden materializarse lentamente en un periodo de tiempo prolongado, donde las tendencias macro en las rutas preferidas sean relativamente imperceptibles en el inmediato a corto plazo. Y las cifras de interdicción de drogas por sí solas no pueden considerarse la única forma confiable de rastrear las rutas de droga más usadas.
Sin embargo, que Centroamérica sí se haya mantenido como corredor de tránsito preferido para los narcotraficantes, va en contravía con informes recientes que afirmaban que el narcotráfico estaba reduciéndose en la región.
Esto es más evidente en el caso de Honduras. A finales de 2015, los funcionarios hondureños, respaldados por sus homólogos estadounidenses, aseguraron que habían eliminado casi todos los vuelos con droga en el país. Cifras anteriores del Departamento de Estado indicaron que casi el 80 por ciento de todo el tráfico de cocaína que salía de Suramérica pasaba por Honduras.
Si esto es cierto, las afirmaciones de que se cerró el puente aéreo de la cocaína en Honduras —o al menos se bloqueó duramente— pueden explicar el hallazgo del informe del Departamento de Estado de un descenso de 40 por ciento en los embarques de cocaína por el país. Pero el informe no explica por qué Honduras, eslabón clave en el negocio de la droga en Centroamérica, mostró un descenso en el narcotráfico mientras que el resto de Centroamérica tuvo un incremento.
«No estoy seguro de cómo puedan ser ciertas simultáneamente ambas declaraciones a menos que hubiera un descenso masivo (de más de 35 por ciento) en el tráfico de cocaína, que no he visto que se haya informado», comentó James Bosworth, socio de Southern Pulse, a InSight Crime.
En sus resúmenes para otros países centroamericanos, sin embargo, el informe del Departamento de Estado no ofrece cifras que demuestren ni un incremento ni una baja en el tráfico de cocaína que explique la diferencia. Como Bosworth también lo observó, el informe tiene «todo un capítulo dedicado a la metodología de los estimativos de producción de drogas», pero no ofrece «metodología sobre cómo realizan los estimativos sobre el tránsito de drogas», algo que, dijo, debería incluirse en informes futuros.
Esas preguntas sobre la metodología —más discrepancias en los estimativos de tránsito de drogas informados— levantan dudas sobre la confiabilidad de las cifras entregadas por el Departamento de Estado.
Más aún, que Centroamérica siga siendo el corredor dominante de los embarques de cocaína a Estados Unidos pone en duda la eficacia de los programas antidrogas de Estados Unidos en la región, como la Iniciativa de Seguridad Regional del Departamento de Estado para Centroamérica (CARSI, por sus iniciales en inglés). Uno de los cinco pilares de la CARSI es: Afectar el movimiento de criminales y contrabando hacia, dentro de y entre los países de Centroamérica. Además de la ayuda de seguridad brindada bajo la CARSI, Estados Unidos también ha tenido en la mira las rutas de tráfico ilícito en aguas costeras centroamericanas bajo la Operación Martillo.
Si son efectivos, cabe suponer que dichos programas han desplazado las rutas de tráfico al Caribe, como lo predijeron anteriormente los funcionarios estadounidenses.
Sarah Kinosian, Directora de Programas para la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) con experiencia en programas de políticas de seguridad para la región, ofrece una explicación parcial de por qué no ha sucedido lo predicho. Kinosian dijo a InSight Crime «parece haber un reconocimiento de que la CARSI no estaba funcionando en términos generales». Parte del problema, señaló Kinosian, ha sido «demasiada atención en la interdicción, el equipo y el entrenamiento», y no lo suficiente en la corrupción y otros factores «que permiten que se dé el narcotráfico».