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El «Supermartes», el día en que nacen los presidentes de Estados Unidos

Llamado así porque siempre cae martes, normalmente de febrero o marzo, este día es el más participativo del año electoral a excepción de la fecha de los comicios del 8 de noviembre, que marcará el fin de la presidencia de Barack Obama.

En total los votantes demócratas y republicanos de 12 estados están llamados a las urnas para elegir un número récord de delegados, las personas que serán enviadas a las convenciones de sendos partidos este verano para proclamar su candidato presidencial.

Las urnas están abiertas todo el día en los estados en los que se celebran primarias, mientras en los que se recurre al sistema de caucus (asambleas participativas) tendrán horarios cerrados para decidir. Los republicanos en Colorado votarán los delegados que enviarán a la convención, pero ninguno se inclinara por un candidato u otro hasta poco antes de que se celebre la convención republicana en Cleveland (Ohio).

Una victoria clara en el «Supermartes» impulsará a los ganadores de sendos partidos hasta a una casi certera nominación presidencial, a la espera de que se resuelvan otras primarias importantes como la de Florida, el 15 de marzo.

En el lado demócrata está en juego el sentido (Hillary Clinton o Bernie Sanders) del voto de 865 delegados, mientras que en el republicano serán 661 los que llegado el día de la convención declaren su voto a favor del magnate Donald Trump (el favorito de las encuestas) o sus más inmediatos rivales (los senadores Marco Rubio y Ted Cruz). Hasta ahora se han celebrado cuatro citas de primarias (Iowa, Nuevo Hampshire, Nevada y Carolina del Sur), los demócratas se jugaban 186 delegados, mientras que los republicanos se repartían 133.

Un aspirante republicano que quiera ser candidato presidencial necesita 1.237 delegados. El mejor posicionado para conseguir esa cifra es el polémico magnate de los casino y resorts Donald Trump, que lleva 82 delegados, el 60% del total en juego. Si Trump mantiene ese ritmo difícilmente sus más inmediatos rivales, el conservador texano de origen cubano Ted Cruz y el senador cubano-americano de Florida Marco Rubio, podrán detener aTrump, quien amenaza con dar un golpe dentro del partido conservador aupado por los votantes que se sienten traicionados por la política tradicional.

Si Trump consigue más de 200 delegados en las primarias del «Supermartes» quedarán pocas vías por las que el extravagante Trump -que ha basado su campaña en insultos personales y un discurso xenófobo y populista- no pueda proclamarse el candidato a Presidente de Estados Unidos del Partido Republicano.

Las encuestas le dan como favorito en la mayoría de contiendas, a excepción de Texas, donde Cruz puede hacer valer su condición de local para llevarse la mayor parte de delegados. No obstante, si Trump consigue un resultado mejor de lo esperado y se acerca o incluso supera a Cruz el varapalo puede ser el principio del fin del senador ultraconservador.

En el mismo sentido, Rubio, que es visto como la única esperanza del «establishment» aún con pulso, debe ganar alguna contienda si no quiere pasar a ser irrelevante, ya que pese a no haber abandonado la terna de favoritos, sin una victoria decisiva no habrá manera de acumular suficientes delegados. Rubio se juega su futuro también el 15 de marzo, cuando se celebran las primarias del Florida, su estado, y donde Trump podría llevar a las urnas a sus más acerrimos simpatizantes: blancos con bajo nivel educativa enfadados con la política.

En la batalla por la nominación presidencial demócrata, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton podría obtener un definitivo impulso en la contienda demócrata y desmarcarse del senador independiente Sanders, que ha conseguido amasar un importante grupo de fervientes seguidores jóvenes y desencantados con la política de Washington. Sanders quiere ser el primero en realizar una gesta casi quijotesca: llegar al Partido Demócrata y proclamarse su líder sin haber militado nunca en la formación con un discurso contra las élites políticas, a favor de la igualdad de oportunidades y con ideas «socialistas», una palabra considerada tabú hasta hace poco en la política estadounidense.

Sanders necesita que el «Supermartes» le provea con una buena bolsa de delegados o sus posibilidades para ser la alternativa a Clinton pueden reducirse significativamente. Para ello debería imponerse con claridad en algún estado importante, además de Vermont, estado por el que es senador, y quedar muy cerca de Clinton en los estados en los que su rival es favorita. La ex primera dama, que ha ganado en tres de los cuatro estados donde se han celebrado primarias hasta ahora, no ha conseguido -a excepción de Carolina del Sur- distanciarse con claridad de Sanders en los resultados, pero Clinton se ha adjudicado un gran número de «superdelegados», votos controlados por el partido y un as en la manga para que el «establishment» mantenga las manos en el timón.

Clinton espera poder acercarse un poco más a 2.382 delegados que un aspirante demócrata necesita para ser el candidato a suceder a Obama y jurar su cargo en enero de 2017. La contienda demócrata ha quedado en un segundo plano debido al espectáculo, en ocasiones grotesco, que está ofreciendo Trump en su toma a las bravas del Partido Republicano. Pero si las predicciones se cumplen este otoño los votantes estadounidense podrían verse ante la obligación de elegir entre la primera mujer presidente, una político que se ha paseado por los pasillos del poder durante décadas, o un empresario y «showman» que dice lo que muchos quieren oír pero que no ha delineado una sola propuesta seria desde que llegó en verano para protagonizar todos los informativos por su comentarios ofensivos.

Tomado de Infobae.com

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