Fin de año y de mucho más
Por Rafael Vilar:
Analista Politico Internacional
En pocos días, el implacable Cronos se llevará el 2015 y tendremos un nuevo año con algunas certezas desde ya. Dos mil quince “nació” adelantado: el 17 de diciembre de 2014, día de la festividad de San Lázaro (el orisha Babalú ayé en el sincretismo yoruba), tan caro a la religiosidad cubana.
En esa fecha, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos iniciaron el desate del nudo gordiano en que se había convertido su coexistencia, destrabando más de 50 años de enfrentamientos por constatar que la estrategia de uno (EEUU) había fracasado, y que el otro (Cuba) urgía de soluciones ante la inevitable crisis venezolana. Tan importante hecho, aunque lento en avances, dejó a la región sin gran parte del discurso antiimperialista, como se demostró en la VII Cumbre de las Américas, organizada en Panamá.
El 2015 vio contraer las exportaciones latinoamericanas de commodities a China, producto de la propia contracción de la economía asiática, uno de los tres factores que han llevado a una creciente crisis regional (los otros dos han sido la abrupta caída de los precios del petróleo y, por ende, del gas; y la creciente recuperación de la economía norteamericana, que ha hecho migrar hacia EEUU los capitales inversores y abandonar América Latina, a la vez que, una vez más, deja sin discurso a los apocalípticos del final del capitalismo). Con los BRICS y los MINT, en desaceleración unos, en crisis otros y Europa sin despegar, paradójicamente el “más odiado” es el que reflota, para castigo (económico y filosófico) de sus detractores.
Si a los fenómenos económicos negativos registrados en la mayoría de los países latinoamericanos se les suma las políticas populistas y poco democráticas (muchas veces aislacionistas) asumidas entre algunos de ellos, se comprende los estados críticos de algunas de las economías, empezando por la venezolana; y si a ello se le agrega autoritarismos, entonces se tienen tormentas perfectas: inflación, crecimiento cero, iliquidez, recrecimiento de la pobreza, autoritarismo y mucha, mucha corrupción.
Así se puede entender que hoy el otrora exitoso modelo bolivariano acabe en Venezuela (a pesar de todas las reacciones oficiales, su poder se desmorona), Argentina (con medidas que hasta ahora han dejado huérfana de discurso a la nueva oposición) y Brasil (populismo más inmensa corrupción desde el Gobierno que hunde al Gobierno); y que se avizore su fin en Ecuador (estratégicamente Rafael Correa ha hecho aprobar la reelección indefinida, pero se abstiene de postularse para dejar las correcciones a otro y, pretendidamente, regresar un periodo después con el halo de sus dádivas).
Por otro lado, el Gobierno de Colombia ha registrado un importante avance en las negociaciones de paz con las FARC, aunque le faltará convencer a una parte importante de su población para que las apruebe luego en referendo y Santos concluya exitosamente. También Bolivia decidirá en referéndum el prorroguismo presidencial.
Del otro lado del Atlántico, España cierra el año sin bipartidismo y con incertidumbre de nuevas elecciones si no se logra la gobernabilidad. El Partido Popular (PP) mantiene la primera mayoría en el Congreso, pero con 63 escaños menos; y el Partido Socialista (PSOE) continúa su debacle con 20 diputados menos (79 menos que en 2008); y a ninguno le será fácil crear una mayoría parlamentaria, irrumpiendo los populistas de Podemos y los centristas de Ciudadanos. Los partidos tradicionales necesitarán abordar las grandes reformas pendientes (constitucional, electoral, territorial y también la económica) y dar solución a los nacionalismos, aunque el único crítico ahora es el catalán.
Mis mejores votos para todos, amigos lectores.