El Papa pide en Hungría que los cristianos sean “puertas abiertas, expertos en cercanía”
El Papa exhortó a los cristianos en su último día en Hungría a ser “puertas abiertas” de caridad, amor y diálogo para toda la sociedad durante la Santa Misa que presidió en la Plaza Kossuth Lajos, en Budapest, Hungría, este domingo 30 de abril.
Asimismo, recordó en su homilía que existen en algunas comunidades eclesiales “puertas cerradas” al que “no está en regla”, al que “anhela el perdón de Dios”.
“Por favor, ¡abramos las puertas! También nosotros intentemos —con las palabras, los gestos, las actividades cotidianas— ser como Jesús, una puerta abierta, una puerta que nunca se le cierra en la cara a nadie, una puerta que permite entrar a experimentar la belleza del amor y del perdón del Señor”.
“Repito esto sobre todo a mí mismo, a los hermanos obispos y sacerdotes; a nosotros pastores. Porque el pastor, dice Jesús, no es un asaltante o un ladrón; no se aprovecha de su cargo, es decir, no oprime al rebaño que le ha sido confiado; no ‘roba’ el espacio de los hermanos laicos; no ejercita una autoridad rígida”.
El Papa llegó esta mañana al altar en silla de ruedas para celebrar la Misa ante 50 mil personas, entre ellas más de 30 mil en la plaza Kossuth Lajos, según las autoridades locales.
A las 9.30 a.m (hora local) el Santo Padre presidió la Celebración Eucarística del IV Domingo de Pascua.
Al final, durante el rezo del Regina Caeli con los fieles presentes en la plaza Kossuth Lajos, el Pontífice rezó por la paz para Europa.
“Santísima Virgen, mira a los pueblos que más sufren. Mira sobre todo al cercano y martirizado pueblo ucraniano y al pueblo ruso, consagrados a ti”.
“Tú eres la Reina de la paz, infunde en los corazones de los hombres y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra; un futuro lleno de cunas, no de tumbas; un mundo de hermanos, no de muros”, agregó.
Cristianos, sean facilitadores de la gracia
Por tanto, en su predicación animó a los cristianos a “ser puertas cada vez más abiertas; ‘facilitadores’ de la gracia de Dios, expertos en cercanía, dispuestos a ofrecer la vida, así como Jesucristo”.
Llegado a este punto, explicó que “nuestro Señor y nuestro todo, nos lo enseña con los brazos abiertos desde la cátedra de la cruz y nos lo muestra cada vez en el altar, Pan vivo que se parte por nosotros”.