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CÓMO VA GUSTAVO PETRO EN LAS ELECCIONES DE COLOMBIA 2022

Todavía a sus 62 años, Gustavo Petro se ve así mismo como un “revolucionario” de varias causas. De anteojos y verbo encendido, luchó primero contra el Estado y ahora busca, en democracia, derrotar a las élites e instalar por primera vez a la izquierda en el poder en Colombia.

Petro es un político obstinado que aspira en su tercer y definitivo intento llegar a la presidencia. Todas las encuestas lo dan como vencedor este domingo, aunque en principio deberá ir a un balotaje.

El senador y exalcalde de Bogotá se siente llamado a cambiar nada menos que una “historia de 200 años”. Así lo ha repetido en la plaza pública. “Dar discursos es hoy en día parte de mi talante”, escribió en su autobiografía “Una vida, muchas vidas”.

Nacido en una familia de clase media, de padre conservador y madre liberal, y educado por sacerdotes lasallistas, levantó las banderas del cambio y de la ruptura con las fuerzas que tradicionalmente han gobernado Colombia. Su ascenso asusta a sectores conservadores, a los ganaderos y a una parte del empresariado y los militares, que temen que su gobierno sea un “salto al vacío”.

A otros, más moderados, les repele su mesianismo. “Él se cree predestinado (…) la única persona que puede salvar a Colombia”, resumió una fuente próxima que habló bajo reserva al portal independiente La Silla Vacía.

Antisistema, Petro se describe como progresista antes que izquierdista, en un intento por evitar que lo asocien con una corriente que causa repudio en un país con las guerrillas marxistas en el centro de un conflicto de seis décadas.

Pero su pasado en la lucha armada lo persigue y es el caballo de batalla de sus adversarios. Por 12 años se rebeló contra el Estado que ahora pretende reformar de fondo. Hoy las armas oficiales lo protegen.

Varias veces amenazado de muerte y forzado a un exilio de tres años en Europa, Petro es el candidato más protegido en esta contienda. En los últimos mítines se le vio prácticamente blindado con chaleco antibalas y escudos a su alrededor, y al menos 20 guardaespaldas en tarima. En febrero, este economista confesó a la AFP su miedo de que lo mataran. No ha sido la primera vez que ha temido por su vida.

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